Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100329
Legislatura: 1893
Sesión: 12 de Mayo de 1894
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 122, 2301-2302
Tema: Médicos fallecidos Duránte las epidemias

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Para decir al Sr. Calvo y Martín que con mucho gusto me haré eco de su justa petición cerca de mi compañero el Sr. Ministro de la Gobernación. Yo creo que esa paralización respecto a las pensiones de las viudas de los médicos muertos Duránte el cólera depende principalmente de la dilación que han sufrido algunos proyectos de ley que se presentaron en el Congreso de los Diputados.

Esos proyectos de ley no fueron aprobados por el Congreso. Se ha intentado varias veces (al menos en la legislatura en que se presentaron me consta que se intentó con repetición) su votación definitiva y nunca llegaron a obtener la que exige el Reglamento para que puedan ser ley. Aquella legislatura terminó; creo que en la siguiente se pusieron también esos proyectos a la aprobación, y hubo igualmente las mismas dificultades, sin duda por existir muchas peticiones y pensar que no se debía cargar al país contribuyente con este nuevo gravamen.

El caso es que del Congreso no salieron como leyes los proyectos que el Gobierno presentó. En vista de esto, todos los expedientes que radicaban en el Ministerio de la Gobernación se detuvieron, porque se creyó que, de llevarlos al Congreso, iba a ser más difícil sacarlos de allí. Esa es la causa de la detención de este asunto, sin que sea culpa ciertamente del Ministro de la Gobernación.

De todos modos, yo hablaré, repito, con mi compañero, para ver si es posible remover esos expedientes, y en caso necesario, llevarlos otra vez al Congreso: allí los representantes del país harán lo que tengan por conveniente. Yo declaro al Sr. Calvo y Martín que la pretensión me parece justa, aunque muchas veces el Estado no se halla en disposición de realizar ni aun aquello que es justo, y eso es lo que pasa con esas pobres viudas, que son varias, de los médicos que perecieron en cumplimiento de su deber.

Por consiguiente, esté tranquilo el Sr. Calvo y Martín que por mi parte haré todo lo posible por remover esos expedientes: lo que no puedo asegurar al Sr. Calvo y Martín es la suerte que tendrán, porque eso depende de los Cuerpos Colegisladores, pues si de mí dependiera y, sobre todo, si el estado de la Hacienda lo permitiese, yo con mucho gusto accedería a las pretensiones, que considero justísimas, de muchas viudas de médicos que están pereciendo de hambre por haber muerto sus maridos en el cumplimiento de su deber, prestando grandes y benéficos servicios a la humanidad doliente, cuyos servicios no pueden ser más importantes ni más recomendables. Pero ello es que las cosas están como dije a S. S. y no depende de mí ni del Gobierno la [2301] solución. Sin embargo, confíe el Sr. Calvo y Martín que por mi parte, repito, haré lo posible a favor de sus deseos, y me alegraría que el resultado fuera satisfactorio.



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